lunes, 7 de octubre de 2019

2015 Cabo Polonio

Si, hace tiempo. Y sí, ha cambiado mucho. Esta colección de fotos reúne mis primeras impresiones del Cabo, cuando era apenas un pueblito de pescadores con intenciones turísticas.



Kilómetros de playa virgen, verde azul, inmensa, sin hollar por pies humanos... Más o menos. Desde el 4x4 te lo podés imaginar así.
Y el olor del mar, que te sorprende y te asalta desde que vas saliendo del monte psamófilo (sí, me aprendí el nombre) hasta que ves las olas blancas rompiendo.






En esa ocasión no pude subir al Faro. Habíamos hecho Punta del Diablo y Valizas antes del Cabo y habíamos recorrido el sendero por el roquedal, que ahora está marcado con un camino de caracolas desmenuzadas. No me animé a subir. Hacía calor y estaba cansada. Y maravillada de ver a los lobos al alcance de la mano.

2014 Punta Ballena

Y como no podía ser de otra manera, después de la Isla de Gorriti, pasamos por Punta Ballena.










El llamado de las rocas, invitando a trepar... Yo no, ahora no, al menos... Si me hubieran encontrado veinte años antes y con veinte kilos menos... tal vez...

La gruta (las grutas) que en su tiempo fueron pub o discoteca, ahora vacías y desmanteladas, pero con lamentables restos de su uso. Difícil que se puedan restaurar a un estado natural.




El filtro de los cristales polarizados de la camioneta, dándole un toque rojo al atardecer.




El atardecer entre las palmeras...




Infaltable de Punta Ballena, Casa Pueblo. Esta vez solo la vimos desde afuera. Pero regresaríamos en poco tiempo a conocer lo que nos faltaba.
Siempre quedan cosas nuevas por descubrir.

2014 Isla de Gorriti



El 28 de diciembre de 2014 decidimos visitar la Isla Gorriti, frente a Punta del Este, para celebrar nuestro primer año de viajes. Las gaviotas y el lobo del puerto nos acompañaron en la espera para embarcar.




Unas horas más tarde, cuando regresamos, los lobos eran dos; y años después aprendimos sus nombres.




La ciudad de Punta del Este, bella entre la neblina de aquella mañana azul.
 La llegada al pequeño puerto de la isla, y la sorpresa de encontrar un muelle de piedra, en lugar de uno de madera o de cemento, que era lo que yo esperaba.


Saliendo hacia el sur, desde la mesa que habíamos elegido para el almuerzo, pasamos por un largo trillo de hierba salpicada con petunias blancas silvestres. Y luego de una pequeña cuesta, encontramos una playa pedregosa, fondeadero de yates, abrazada por ambos lados por sendas puntas de piedra. En una de ellas, este señor, tomando sol, rodeado por su corte de gaviotas.





En la isla encontramos restos de construcciones de la época en que esta isla tenía importancia estratégica. Restos de un batallón, cañones, murallas de piedra.





Y por supuesto, construcciones nuevas. este es el antiguo parador, cerrado y clausurado en el momento de nuestra visita.



Los árboles y al fondo el mar. La naturaleza en todo su esplendor.



Un cuervo del lugar. Todavía (cinco años después) conservo la pluma que me dejó en el suelo.



Dan ganas de perderse entre estos árboles¿no?

miércoles, 14 de agosto de 2019

2014. Museo de Flores

7 de diciembre de 2014.

De camino a las Grutas del Palacio, paramos en Flores. En la vieja estación de trenes, hoy museo. Esto fue lo que vimos:





La estación muy bien cuidada y acondicionada como museo.





Con una muestra de los Oficios Olvidados, que no sé si es permanente o itinerante.

Herreros...




Barberos...





Lavanderas, planchadoras, costureras...





Y la sección dedicada a todo lo que implica ser parte de un Geositio. Muestras de Gliptodontes, y hallazgos arqueológicos: pierdas para boleadoras, puntas de flechas, raspadores para curtir el cuero...










Y la sección dedicada a la escuela: viejos carteles educativos, el escritorio con la campanilla, el banco vareliano con el portafolios... (Che, yo usé uno de esos!!!)






Los faroles del tren...




Y otras tomas del edifico, que como ya les digo, lo encontramos en excelente estado de conservación.